
Y es que los lunes tienen un no sé qué, que qué sé yo. Nos hacen sentir diferentes. Tras el relax del fín de semana, volvemos de nuevo al rutinario mundo laboral, escolar, o el equivalente que a cada cual le corresponda, y nos damos de morros con el cínico señor Murphy, a quien tanto le gusta la probabilística.
Pues resulta que la Niña y yo hemos quedado para comer juntos, y mira tú por dónde, que el restaurante de siempre, que suele estar medio vacío, estaba de bote en bote. Claro, cuando hemos llegado allí eran las 14:26, minuto más, minuto menos, y servidora tenía que irse a la academia a las 15:30 como tarde. Habitualmente nos sirven con rapidez, pero hoy estaba a reventar el comedor. Y para más guasa, nosotros éramos los únicos dos occidentales en todo el restaurante (chino). Me ha dado la sensación, aunque pienso que han sido imaginaciones mías, de que nos dejaban para el final, con tal de atender a sus compatriotas. Normalmente, esto no me habría parecido mal, pero es que llevaba prisa, ¡leñe!.
Desde la reciente adquisición del negocio por parte de quienes actualmente lo gestionan, a menudo nos encontramos con problemas de comunicación con una o dos de las camareras que suelen atendernos, ya que no dominan bien el castellano, y a veces interpretan una aclaración con un nuevo pedido, y acabamos con pedidos del orden de:
(para dos personas)
2 Kuó Tié
2 Sopa de tallarines con huevo
1 Fideos fritos
3 Coca-cola
2 Empanada de pasta (esto es un postre que descubrimos por accidente, y que está muy bien, pero una ración bien sirve a dos o tres)
Compárese con lo que en realidad estábamos pidiendo:
(para dos personas)
2 Kuó Tié
1 Sopa de tallarnes con huevo
1 Fideos fritos
2 Coca-cola
1 Empanada de pasta
En definitiva, que para cuando hemos terminado de explicarle lo que queríamos, ya me empezaba a angustiar a mí el inexorable avance de los segundos, empecinados en pasar a ser minutos.
Cuando nos trajeron la comida, estaba, como de costumbre, buenísima... pero tan caliente que hubimos de esperar a que se enfriase lo bastante como para no hacernos ampollas en la lengua (que luego la necesitamos para hablar, joé), y al final acabamos por pedir que nos envasaran parte del menú para llevar, porque el menda, si no, no llegaba a tiempo.
Al llegar a la academia, me encuentro con el siguiente poema:
Durante el fín de semana, el administrador de la red informática de la academia, hijo de la "jefa", se ha dedicado a hacer modificaciones en la configuración de la red. Para hacer pruebas en el nuevo laboratorio de prácticas que están montando, ha cogido de cada aula el ordenador destinado al profesor, los ha usado para vaya usted a saber qué, los ha dejado encerrados en el laboratorio, bajo llave, y no se ha molestado en informar de todo esto a nadie. En cuanto a los profesores, se ve que, cuando le han interrogado al respecto, ha argumentado que "ellos ya se traen el portátil, y no necesitan el ordenador".
Aclaremos que los susodichos portátiles son de propiedad de cada profesor, que no tiene ninguna obligación de llevarlo y además sólo ha empezado a llevarlo como consecuencia de las extremas medidas de seguridad establecidas por el administrador, que les impiden instalar un programa si lo necesitan para el correcto transcurso de las clases.
Casualidad de casualidades, nuestro profe no disponía hoy de su portátil, por tenerlo "convaleciente", tras haberlo tenido que formatear durante el fin de semana debido a varios problemas técnicos. Y otro de los profesores, casualmente, hoy no había considerado necesario traer su portátil.
No sé exactamente cómo habrá resuelto cada profesor su problema, pero sí sé que al nuestro han tenido que crearle una cuenta de usuario nueva, a fin de que pudiese hacer uso de uno de los PC dedicados a los alumnos.
Y ha cogido el de Dani. Cuando he llegado al aula, me he encontrado a Dani en el mío, por lo que me he tenido que sentar en el de Manel, quien ha tenido que volver al que había abandonado en un principio por mal funcionamiento.
De locos.
En el lado positivo, he podido hacer el exámen que me perdí el viernes por no estar muy fino. Y he aprobado con un 83,7%, sin siquiera haberme mirado el tema.
Durante las prácticas, he podido comprobar que mi práctica funcionaba a la primera, y he podido ayudar a algunos compañeros a diagnosticar la causa de que las suyas no lo hicieran.
Un día interesante. Palabrita de egocéntrico.
Saludín