2007-06-12

Yo no soy esa

Fue mi primer pensamiento el sábado por la noche cuando me miré al espejo, después de una crisis comicial en mitad de la calle y unas cuantas horas en el servicio de Urgencias del Hospital de Sant Pau, donde me había transportado la ambulancia.

"Esa no es mi cara".

El labio superior había quedado destrozado por la prótesis dental que solía llevar. Ésta, con el impacto, se había hecho añicos, perforando de dentro a fuera mi labio, y dejando la herida llena de metralla. La inflamación subsiguiente había convertido mi cara en algo que podríah aber salido de la Sala de los Horrores de cualquier museo de cera que tuviera el aire acondicionado averiado.

Aparentemente, el equipo médico en cuestión había estado demasiado ocupado como para desbridar la herida y desinfectarla, tras lo que deberían haber suturado al menos la parte interna de la herida. No hicieron nada de esto.

He aprendido que los labios están compuestos por un tejido del grupo de las mucosas, que entre otras, tienen la propiedad de cicatrizar a un ritmo muy superior que el de otros tejidos. En otras palabras, que una herida de las características de la mía, o se sutura en las primeras horas, o ya no vale la pena, porque ya habrá comenzado el proceso de regeneración y la herida no cicatrizaría de forma correcta. Debería esperar a que la herida, que internamente está en constante fricción con unos dientes fracturados por el golpe, en una zona que el dolor impide limpiar debidamente, fuera cicatrizando poco a poco. Insisto, poco a poco. No estamos hablando de unos días, sino de más de mes y medio de herida en la boca. Estamos hablando de varias semanas sin poder comer más que líquidos, a través de una pajita, y eso a partir de la segunda o tercera semana, que durante la primera...

He aprendido también lo que sucede cuando una herida no se desbrida. El lunes siguiente al accidente, me encontré un fragmento de diente (o de la prótesis), en la cara externa de la herida. Al día siguiente extraje otro fragmento, mayor incluso, de la cara interna. Para el miércoles, la infección hacía que el labio me colgase por debajo del mentón, supurando de forma contínua.

Doy gracias desde aquí al equipo médico del C.A.P. València, particularmente a la Dra. Zamora y a Sandra y el resto del equipo de enfermería, que reaccionaron a tiempo, y en pocos minutos efectuaron un desbridado, limpieza, desinfección y cura de la herida, que en dos días se había cerrado por su cara externa.

Hoy, mes y medio después, puedo decir que la herida se ha terminado de cerrar, aunque el proceso de curación no haya finalizado todavía.