Flanes
Llevaba años sin probar un flan (bueno, casi sin probar un flan, que alguno había caído). Y el otro día mi suegra (bueno, la madre de mi Niño), me ofreció uno. Y lo acepté.
Desde aquel momento, la buena mujer no ha parado de hacer flanes, ni yo de devorarlos con auténtica devoción. Lo reconozco: estoy enganchado.
Y si además tengo la suerte de llegar a casa cuando ella los está preparando, o bien ha terminado poco antes, mi delirio es todavía mayor: me como un par antes de que se enfríen del todo, pues es cuando más deliciosos los encuentro.
Y es que, al fín y al cabo, soy hombre de muchos vicios.
4 comentarios:
vissssiosa qu eré una vissiossaa
... un qué????? hombre????? JUAAAAAAAAAAS!!!!!
Aún estoy meándome de la risa!!!!!
... lo siento, tenía que decirlo... no me he podido resistir...
Ya tardabas... empezaba a pensar que te había sentado mal la sopa de kuó tié.
Besitos a tod@s
Jodio por culo...
(nunca mejor dicho!!!)
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