Las últimas horas...
Pues aquí estoy, de nuevo, para contaros mis penas. Para variar.
Ayer, por la tarde, tenía cita con el dentista. La primera en la que realmente me podría hacer algo desde el accidente (ver Yo No Soy Esa), y para complicarlo todo, de camino hacia allí tuve una discusión con el Niño por razones que no vienen a cuento ahora mismo, por lo que llegué bastante nervioso.
De hecho, al llegar a la puerta de la consulta, llamé al timbre y me encontré con que allí había algo parecido a un taller de confección, por lo que pude ver de manera extraordinariamente fugaz. Una señora muy amable, a la que recuerdo con rulos en la cabeza, aunque eso lo achaco a los nervios, me indicó que la consulta de mi dentista se encontraba, desde hace años, en el piso de arriba. Me había liado de piso.
Reando mis pasos, subo otro piso, y por fín entro, ortopantomografía en mano, y me pasan directamente a la silla eléctrica del dentista, donde pasé una hora en absoluta tensión, sudando como una cerda y sin saber muy bien por qué, ya que este hombre tiene muy buena mano y no me ha hecho daño nunca, que yo recuerde.
Un nervio muerto más tarde, pago mis 90€, me apunto en el móvil la próxima cita (me tienen que empastar la muela que me han insensibilizado), y me despido hasta la próxima. Cuando me dispongo a bajar las escaleras (por algún motivo me gustan más que el ascensor, en ese edificio), me doy cuenta de que ya había llegado a ellas una fracción de segundo antes; lo que sucede a continuación es digno de cualquier episodio de Looney Tunes: me doy cuenta de que tengo ya un pie en el aire, y estoy apoyado sobre él, intento recuperar el equilibrio, desplazando mi peso hacia el otro pie, pero éste resbala, mis brazos intentan alcanzar la barandilla, pero no lo consiguen, y finalmente acabo bajando tres o cuatro escalones de más, no con el culo, sino con la región lumbar y el antebrazo derecho.
En definitiva, que llegué a casita "caliente".
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A eso de las doce de la noche, y justo cuando me disponía a meterme un peasso tazón de cereales que me apetecía un huevo, me suena la alarma del móvil: Vampiro a las 7:30. En ayunas. Pos nada, que el tazón, con sus cereales y su leche, fueron a parar a la nevera, porque si no ya no llegaba en ayunas al hospital ni borracho.
Esta mañanita, me han sacado más sangre que nunca (¿quién me manda a mí pedirle a la doctora un completo?. Si es que a veces tengo una bocaza...
Saludínx.
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